Después de verla caminar traviesa por un rato me levanté. ¿Cómo resistirle?
Fui a mi taller por la cámara, y desde un ventanal la retraté,
un pequeño gajo de luz que da vida al amanecer --ella decía--, así era: iluminaba a la calle y el bosque, y pude ver la silueta de los árboles mientras la escuchaba hablar quedito.
Un amanecer con luna.
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