Sunday, October 27, 2013

La despedida

16-07-2013
Blue Bell PA

La despedida
Por Obed Arango Hisijara

Despedirse es un acto de valentía, nunca es fácil hacerlo pues implica el término de un tiempo, no siempre de una etapa, pero sí de un periodo.

Nos despedimos a veces de quienes nos dejan de por vida, esos son los momentos de muerte. Nos despedimos de los seres amados, puede ser familia, amores en la vida, el amor de la vida, los amigos y amigas, compañeros que caminaron un trecho junto a nosotros y de momentos definitorios.

Dije antes que despedirse no siempre marca el fin de una etapa, pero otras veces sí, lo cierto es que la despedida es como un separador que índica que avanzamos en el camino.

Las despedidas muchas veces están marcadas por lágrimas, por sentimientos de esperanza, por el sentimiento de pérdida y otra veces por el sentimiento grato del re-encuentro que en el futuro esperamos vendrá.

En los últimos días he experimentado diversas despedidas, incluyendo la de mi país al cruzar la frontera una vez más. Asimismo la de la familia, los amigos, los seres amados que no volveremos a ver y de los espacios que son significativos porque contienen parte importante de nuestra historia, espacios donde se construyó nuestra identidad, y que gracias a ellos somos distintos en el presente.

Muchas veces las despedidas vienen con la esperanza de que en un tiempo, en algún momento nos volveremos a ver y como cada vez que sucede, seremos distintos en el re-encuentro. La ciudad no es la misma, los amigos no son los mismos, la familia tampoco lo es, pero es el maravilloso sentido de lo humano que nos permite re-conocernos rápidamente, hallar la esencia que nos unió, que nos hizo correr a dar un abrazo penetrante, una palabra, una lágrima, una sonrisa, una mirada en silencio, un apretón de manos o un beso profundo.

Me gustan y no me gustan las despedidas pues estas duelen. No es que sea masoquista, pero despedirse es honrar la vida y a los seres queridos que la conforman. Quien no se despide pierde la oportunidad y la dicha de sentirse apreciado, querido y amado. Quien no se despide pierde la dicha de expresar cariño y de verter los pensamientos profundos del alma. No hay despedidas genuinas que sean fáciles. No las hay.

Hoy me despedí una vez más de mi familia, mi gente, mi patria, mi ciudad, mi pasado, y vislumbro un futuro lejos de todos ellos, así es, pero les siento cerca en la certidumbre de saber quienes somos y quienes seremos y lo que siempre seremos: nuestra esencia y unión es intocable.

Despedirse es un acto de valentía, sí que lo es.

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